Título: Paraíso inhabitado
Autor: Ana María Matute
Editorial: Booket (edición formato tapa dura)
ISBN: 978-84-233-4174-0
Nº de páginas: 396
PVP: 12'95€
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Puntuación
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Nací cuando mis padres ya no se querían. Cristina, mi hermana mayor, era por entonces una jovencita displicente, cuya sola mirada me hacía culpable de alguna misteriosa ofensa hacia su persona, que nunca conseguí descifrar. En cuanto a mis hermanos Jerónimo y Fabián, gemelos y llenos de acné, no me hacían el menor caso. De modo que los primeros años de mi vida fueron bastante solitarios.
Uno de mis recuerdos más lejano se remonta a la noche en que vi correr al Unicornio que vivía enmarcado en la reproducción de un famoso tapiz. Con asombrosa nitidez, le vi echar a correr y desaparecer por un ángulo del marco, para reaparecer enseguida y retomar su lugar; hermoso, blanquísimo y enigmático.
Paraíso inhabitado es el primer libro que leo de Ana María Matute y debo decir que me ha encantado descubrirla a ella y a su prosa de la mano de este libro. O mejor dicho, de la voz de Adri, una encantadora niña soñadora y con una imaginación desbordante.
Adri vive en un mundo donde la fantasía es su refugio y donde los adultos –los Gigantes como ella los llama- no tienen lugar. De pequeña por las noches se desliza sigilosamente al salón, donde las lámparas de cristal transmiten mensajes secretos con sus destellos y que sólo ella sabe descifrar y entender. Ella es la única capaz de ver cómo se escapa el Unicornio de su tapiz, sólo ella escucha sus pisadas en el bosque y nota ese olor de tierra y hojas secas, aplastadas por las pezuñas de sus patas.
Adri se cría con Tata María e Isabel, entre el cuarto de planchar y la cocina, en la parte innoble de la casa. Disfruta de ese ambiente alegre y dulce de los fogones, las ollas, el pan tostado, las planchas de hierro, la ropa blanca y el jabón.
La única persona de su entorno capaz de comprender a esta niña es su tía Eduarda, que vive en lo que ella llama las Ruinas, un paraíso que Adri se imagina y al que desea ir. Eduarda comprende de algún modo a su sobrina y lo que en realidad desea. Se la lleva de paseo con la Cafetera, un coche un poco viejo que hace un traqueteo que a Adri le encanta. Para su primera comunión le compra un Teatro Guiñol que será fuente de diversión en el cuarto de la plancha y de muchas historias inventadas por la niña. Y sin duda, la pequeña jamás olvidará el Miguel Strogoff, un restaurante donde su dueño Michel Mon Amour y Eduarda se fusionaron en un gran abrazo a la vez que se encendieron por arte de magia todas las velitas de las mesas. Un día mágico e inolvidable que retendrá para siempre en su memoria.
Pero este mundo agradable y cálido medio inventado por ella se ve alterado cuando debe ingresar en la escuela para señoritas Saint Maur, un lugar horrible que Adri odiará desde el primer día y donde nunca se sentirá a gusto. Este es uno de los primeros pasos que la niña debe dar para abandonar la niñez y adentrarse en el mundo de los Gigantes, un mundo que, en esa época era inestable y terrible, lleno de cambios donde se podían escuchar los ecos de una guerra civil bastante próxima.
Por suerte para Adri un día conoce a su vecino Gavrila, el hijo de la bailarina. Es un niño igual de especial que ella que vive en el piso bajo el terrado. Con él le espera horas de juegos y diversión, de sesiones de lectura encima de la alfombra de rombos azules y marrones –puerta que lleva a lugares fantásticos y maravillosos-, de las meriendas y del té cha que el bueno de Teo les prepara, de confidencias y secretos que sólo ellos entienden y de los que son cómplices. Y, al llegar la primavera, esa esperada lección en el terrado para aprender a volar…
Es un libro precioso que me ha hecho soñar y recordar mi infancia ya muy lejana, me ha hecho reír y llorar en ciertos momentos, pero sobre todo me ha hecho abrazarlo una vez ya terminado. Porque Ana María Matute me ha absorbido por completo con esta historia sobre la infancia y esos últimos momentos antes de entrar en el mundo de los Gigantes. Con esta lectura he vuelto a ser una niña y en muchos momentos he deseado volver a esa época.
Un libro maravilloso…
Mika
Precioso libro. Cuando lo leí me pasó como a ti, que casi volvía a ser niña otra vez. Es que esta mujer escribe de una manera que sabe envolverte, atraparte... Me encanta!
ResponderEliminarBesotes!!!
Margari!
EliminarHacía tiempo que un libro no me hacía llorar de esta manera... me ha encantado la historia y la forma de escribir de Ana María Matute. Esa mezcla de realidad, fantasía y niñez es increíble y atrapante. Ahora estoy leyendo Primera memoria, a ver qué tal es :)
Besos guapa!
Mika
Interesante, me has dado ganas de leer esta novela.
ResponderEliminarBesos.
Dany!
EliminarSi al final te decides a leerla espero que te guste. Es una lectura muy bonita y tierna sobre la última infancia que te arrancará la sonrisa y alguna lágrima ;)
Besos!
Mika
Las impresiones que describes son las que me produjo otro de sus libros, Olvidado Rey Gudú. =) Aunque ese al principio se me hizo pesado, después disfruté mucho con él. Leídas tus impresiones, posiblemente éste sea el próximo que lea de Ana María Matute. Besos!
ResponderEliminarCaminante!
EliminarOlvidado Rey Gudú es un título que tengo apuntado en mi lista de pendientes. Ahora que he descubierto a la Matute quiero seguir leyendo más libros de ella pero por ahora estoy con Primera memoria. Tal vez pille otro de sus títulos más adelante... ;)
Epero que disfrutes de este libro tanto como yo lo he hecho.
Besos!
Mika
Me encanta como escribe esta mujer. Consigue ponerte de su lado, como si fueras un niño delante de su obra favorita.
ResponderEliminarEste título.. lo recuerdo emocionante, emotivo... con cariño
Besos
Mientrasleo!
EliminarTotalmente de acuerdo contigo. Su prosa te atrae y te adentra en su mundo de tal modo que es difícil desprenderse de sus personajes y sus vivencias. Le he cogido mucho cariño a este libro... :)
Muchos besos!
Mika